Llamados desde nuestros orígenes, familias y tradiciones únicas. Enviados por Dios para servir como capellanes clínicos, dedicados al cuidado espiritual de hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida social, acompañándolos en medio de enfermedades, crisis, necesidades espirituales y la búsqueda de sentido.

Como capellanes clínicos, llevamos esperanza y amor a cada persona, fomentando su crecimiento espiritual y personal. Brindamos asistencia, consejería espiritual y pastoral, y ofrecemos consuelo en momentos de enfermedad, duelo, muerte, divorcio y otras crisis de la vida.

El capellán clínico guía e ilumina en los tiempos oscuros. Acompaña en la hora de la muerte. Sostiene cuando la fe se debilita. Habla cuando reina el silencio. Llora con quien llora. Sonríe con quien sonríe. Está disponible a cualquier hora para asistir, apoyar y, sobre todo, amar al prójimo, tal como nos enseñó nuestro Señor Jesucristo.

El programa de capellanía clínica fortalece la labor pastoral de parroquias y diócesis, extendiendo la misericordia del Padre a todos los miembros de la comunidad eclesial en las áreas de hospitales, hospicios, cárceles, etc.