





El Camino, hacia el final de la vida.
Esta obra ha nacido ante los obstáculos y la necesidad de educar a nuestros hispanos e hispanas sobre la muerte y cómo todos llegamos a ella tarde o temprano: joven, viejo o niño. Como capellán clínico cuesta mucho trabajo hacer entender al enfermo y sobre todo a los familiares que la muerte es inminente y veo la pobre educación que tenemos al respecto, aun desde la religión. Pero también veo el dolor que está ocasionando ver al ser querido enfermo, acabarse y sin poder detener el proceso natural del cuerpo. Lo único que queda es darle amor y más amor.
Se analiza la experiencia de morir y los síntomas que va presentando el enfermo desde tres meses hasta días, así como a horas, minutos y en el instante de lo que podemos hacer nosotros. La idea es educarnos y estar preparados, en lo mejor posible, cuando llegue la muerte. La espiritualidad y la religión juegan un papel primordial en este proceso y ayuda a darle un sentido a la existencia y a la misma muerte. Cada día y hora cuenta para prepararnos desde nuestra fe al encuentro definitivo con Dios.
Durante el desarrollo de la presente obra, el autor nos ayudará a entender el proceso natural de ir envejeciendo hasta llegar a la misma muerte. Sé parte del otoño de la vida porque es donde surgen muchas variantes y nos invita a replantearnos cómo venimos viviendo nuestra vida, porque ya tenemos una historia personal de fracasos y aciertos. Ya tenemos hijos e hijas, tal vez algunos son abuelos y otros aún están creando a sus hijos en casa en su etapa de adolescencia o en la misma infancia.
En invierno de la vida, donde todo es más pausado, los años pesan más, las enfermedades afloran y nos debilitan. Pero a pesar de estar en esta etapa aún se puede dar a los demás. El tiempo nos ha dado experiencia y sabiduría que otros más jóvenes no la tienen. Para estos años quizás estamos solos, viviendo y siendo cuidados con alguna de nuestras hijas e hijos o estamos en alguno asilo.
Se introducen una serie de preguntas para reflexionar de forma personal e ir creando nuestro testamento espiritual. A la vez, evaluar con quiénes queremos pasar la segunda etapa de la vida, a quién vamos eligiendo y a quién vamos eliminando. Aquí analizamos las pérdidas y las ganancias de nuestra existencia, pero también qué dejo y qué me llevo para el mundo espiritual de Dios.
Esta obra ha nacido ante los obstáculos y la necesidad de educar a nuestros hispanos e hispanas sobre la muerte y cómo todos llegamos a ella tarde o temprano: joven, viejo o niño. Como capellán clínico cuesta mucho trabajo hacer entender al enfermo y sobre todo a los familiares que la muerte es inminente y veo la pobre educación que tenemos al respecto, aun desde la religión. Pero también veo el dolor que está ocasionando ver al ser querido enfermo, acabarse y sin poder detener el proceso natural del cuerpo. Lo único que queda es darle amor y más amor.
Se analiza la experiencia de morir y los síntomas que va presentando el enfermo desde tres meses hasta días, así como a horas, minutos y en el instante de lo que podemos hacer nosotros. La idea es educarnos y estar preparados, en lo mejor posible, cuando llegue la muerte. La espiritualidad y la religión juegan un papel primordial en este proceso y ayuda a darle un sentido a la existencia y a la misma muerte. Cada día y hora cuenta para prepararnos desde nuestra fe al encuentro definitivo con Dios.
Durante el desarrollo de la presente obra, el autor nos ayudará a entender el proceso natural de ir envejeciendo hasta llegar a la misma muerte. Sé parte del otoño de la vida porque es donde surgen muchas variantes y nos invita a replantearnos cómo venimos viviendo nuestra vida, porque ya tenemos una historia personal de fracasos y aciertos. Ya tenemos hijos e hijas, tal vez algunos son abuelos y otros aún están creando a sus hijos en casa en su etapa de adolescencia o en la misma infancia.
En invierno de la vida, donde todo es más pausado, los años pesan más, las enfermedades afloran y nos debilitan. Pero a pesar de estar en esta etapa aún se puede dar a los demás. El tiempo nos ha dado experiencia y sabiduría que otros más jóvenes no la tienen. Para estos años quizás estamos solos, viviendo y siendo cuidados con alguna de nuestras hijas e hijos o estamos en alguno asilo.
Se introducen una serie de preguntas para reflexionar de forma personal e ir creando nuestro testamento espiritual. A la vez, evaluar con quiénes queremos pasar la segunda etapa de la vida, a quién vamos eligiendo y a quién vamos eliminando. Aquí analizamos las pérdidas y las ganancias de nuestra existencia, pero también qué dejo y qué me llevo para el mundo espiritual de Dios.